No es la primera vez que hablamos del collage, técnica a la que recurrimos de vez en cuando por sus enormes aportes a la capacidad de sintetizar de los pequeños pintores... De nuevo en los talleres de Semana Santa hemos repetido taller para que los nuevos artistas no se quedaran atrás en este terreno..
Pero esta vez hemos viajado hasta los orígenes, hasta el por qué un grupo de pintores entendieron el mundo de posibilidades que les abría el trabajar con fragmentos en vez de con totalidades. Una forma nueva de entender el mundo exigía nuevos modos de trabajar, nuevos medios, nuevos procesos e inevitablemente nuevos resultados. La representación del mundo estaba cambiando. El pintor quieto, pintando ante una realidad inamovible, imperecedera y eterna había caído junto con los regímenes que tuvieron el sueño de reinar eternamente. Aquellos reyes absolutos habían muerto y la verdad ya no era una sola. La historia comenzó a tener más versiones que la de los ganadores. La realidad ya no era una ni se presentaba de frente al espectador. El entendimiento del mundo exigía múltiples puntos de vista, un artista que ya no quedara plantado delante de sus objetos, un narrador dinámico, que los rodeara, que investigara más allá de la cara con que estos se muestran al mundo. Todo esto es el cubismo, es la teoría de la relatividad de Einstein, y es un cambio de mentalidad que metió de lleno al hombre en la modernidad. Y esta humilde técnica es el reflejo de todo esto y aconteció a principios del siglo XX en la ciudad de París, donde las vanguardias ebullían y los pintores no cesaban de compartir nuevas ideas. Hasta allí emigró uno de nuestros pintores más ilustres, Pablo Picasso, donde conoció al francés George Braque, y de aquel feliz encuentro surgió una de las grandes revoluciones de la historia del arte, el cubismo.
El collage es romper, es seleccionar, es componer, es construir desde muchos frentes una sola imagen inevitablemente fragmentada. De los objetos más anodinos partieron estos artistas, trabajando la nueva técnica en bodegones repetitivos de los que podían salir miles de composiciones diferentes. Ahí empezamos también nosotros, en las botellas que amueblan nuestro taller, que nos acompañan cada semana como testigos mudos de nuestra evolución.
Hemos partido del uso de papeles de colores y de revistas, al igual que estos artistas usaran los periódicos de su época, y también para rescatar imágenes de objetos de nuestra vida cotidiana, en un intento de adaptar su visión del collage a nuestra realidad actual. Por otro lado hemos intentado trabajar mezclando técnicas, integrando líneas y manchas pictóricas con el pegado de papeles.
Hemos partido del uso de papeles de colores y de revistas, al igual que estos artistas usaran los periódicos de su época, y también para rescatar imágenes de objetos de nuestra vida cotidiana, en un intento de adaptar su visión del collage a nuestra realidad actual. Por otro lado hemos intentado trabajar mezclando técnicas, integrando líneas y manchas pictóricas con el pegado de papeles.
Un gran trabajo.
Borja, 7 años
Rodrigo, 7 años
Flavia, 8 años
Gonzalo, 9 años
Román, 10 años
Diego, 10 años
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