En esta ocasión vamos a fijarnos en la pintura del que está considerado pionero de la abstracción, Vassilly Kandinsky.
Siempre me gusta recordar la humilde narración que él hace de sus inicios o su "invención" de esta nueva forma de representar la realidad. Cuenta que un día cualquiera entró en su casa y ció, a través de su largo pasillo uno de sus cuadros inacabados sobre un caballete. Debido a su miopía, de lejos apenas pudo distinguir manchas de colores, sin ninguna forma ni motivo aparente. Sin embargo, el cuadro le parecía igual de hermoso y dotado de sentido que cuando representan un motivo cualquiera, muchas veces simple excusa del acto de pintar. A partir de entonces, todo el peso de la expresión del cuadro recaerá sobre los colores y las formas que por sí solos conectarán con los estados del alma.

Personalmente, y esto es en parte una cuestión de gusto, la obra figurativa de Kandinsky no me merece mayor interés. Son de hecho sus composiciones abstractas las que le han valido un lugar de renombre en la historia del arte.

Es un ejercicio que en primer lugar da recursos formales a los más peques, que aprenden formas nuevas, pero sobre todo es un ejercicio de composición.
Belén, 5 años
Pablo, 6 años
Manuel, 11 años
Blanca, 17 años
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