A nosotros nos interesaba porque, en primer lugar, nos ayudaba a entender en profundidad la diferencia entre un bodegón y un paisaje, pero por otro, a comprender la libertad del artista para saltarse los géneros clásicos en los que muchas veces se clasifica la pintura sin mayor motivo que el de la costumbre.
La propuesta era que tenían que hacer un bodegón y luego inscribirlo en un paisaje cualquiera, un paisaje que no tuviera nada que ver con los elementos del bodegón, para conseguir esa sensación de extrañeza que transmiten las pinturas "metafísicas" de Chirico.
Esta es otra de esas entradas en la que tengo que lamentar mi falta de previsión. Tengo muchos dibujos sin fotografíar, y no sabéis cómo lamento tener solamente esta pequeña muestra, porque la verdad que quedaron cosas espectaculares.
Gabriela, 6 años (Ella ha decidido inscribir objetos de un paisaje, edificios, en un cielo nuboso...)
Santi, 9 años (El bodegón de Santi está nada menos que en espacio exterior, donde un extraterrestre lo observa curioso...)
Belén, 11 años (Belén quiso colocar un jarro con flores en el fondo del mar)
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