¡Y por fin hacemos barro!
Una de nuestras actividades preferidas y que mínimo hacemos una vez al trimestre.
Esta vez hemos cogido de inspiración nada más y nada menos que los relieves que adornan las escaleras de la Ciudad Prohibida, en Pekín.
La Ciudad Prohibida fue durante siglos la residencia de la familia imperial china, dónde el emperador era el único hombre que podía residir (además de los eunucos) con normalmente varias mujeres y sus decenas de hijos. La población civil tenía vetado el acceso, de ahí su nombre. Es difícil hacerse una idea del lujo que envuelve cada rincón de esta ciudad de fantasía, dónde todo está decorado, fachadas techos, puertas y ventanas, incluso el suelo por el caminaban estos dioses en la Tierra, destacando especialmente las escaleras.
Paisajes con mar, montañas nubes, bambú y por supuesto dragones, el animal sagrado.
Partimos de hacer primero un lienzo con el barro, una tabla rectangular bien lisa sobre la que trabajar. A partir de ahí hay que tener conciencia de las distancias. Lo más cercano será más alto, tendrá más relieve, y pos supuesto partimos de una naturaleza idealizada, en la que las montañas son triángulos perfectos y las olas del mar impecables espirales.
Por último el mundo para mí más interesante en el barro, las texturas. No tenemos color pero sí capacidad para dar muy distintas sensaciones a una superficie, incluso casi de sombrearla.
Juzgad vosotros mismos. ¡Ya quisiera el emperador estos paisajes!
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