miércoles, 17 de abril de 2013

Joaquín Sorolla: realismo con manchas de colores

Esta vez vamos a fijarnos en uno de los pintores más internacionales que ha dado la modernidad española,
Joaquín Sorolla. 
Nacido en Valencia a mediados del XIX, fue un pintor con vocación y habilidad muy tempranas. Su formación estuvo basada en clásicos españoles y renacentistas, por lo que nunca abandonó un estilo realista muy característico, de gran precisión en el dibujo, que sin embargo combinaría con la influencia del impresionismo que conociera en París en un viaje de 1885. Sin embargo Sorolla no se adhirió a ninguna vanguardia. Apasionado del natural, fue un observador infatigable, que no dudaba en trasladar sus enormes lienzos hasta la arena misma de la playa para captar una luz imposible de reproducir en su taller. No en vano se habla de Iluminismo para referirse a una escuela de pintores valencianos que él encabeza. 
Sin embargo a nosotros nos va a interesar Sorolla por el uso que hace del color. En sus cuadros los matices son pinceladas contundentes y empastadas, visibles, pero tan bien intuidas, que hacen que al alejarnos de sus cuadros la imagen parezca de un realismo casi fotográfico. Y esto es porque esos matices existen, son reales, es una cuestión de nuevo de entrenamiento del ojo y de capacidad de observación. Como en otras ocasiones vamos a huir del degradado y del claroscuro en grises para hacer que cada luz y que cada sombra tengan su propio color. Es así como empezamos apreciar la utilidad de los colores cálidos y fríos, las luces amarillas y las sombras moradas, el sentido de que estos dos colores sean complementarios. Y también es una forma de soltar la mano. La pincelada ha de ser visible y fresca, de una sola vez, decidida, y por lo tanto, bien pensada... Poco a poco nos damos cuenta de que del tiempo que pasamos pintando, debemos emplear un porcentaje más alto en mirar que en mover la mano.... Os dejo la muestra de este acercamiento advirtiéndoos de que no será el primero...


Jaime, 9 años


Alejandra, 10 años


Hugo, 10 años


Carlota, 11 años


Belén, 11 años 


Nerea, 11 años


Sandra, 11 años


Javier, 12 años


La gran ola de Kanagawai: El ukiyo-e


Ukiyo-e significa "pinturas del mundo flotante", y hace referencia a la estampa japonesa. Es un género de grabados realizados mediante xilografía, es decir, planchas de madera,   producidos en Japón entre los siglos XVII y XX. Suelen reflejar paisajes y lugares de ocio. Cuando surgió este arte, Tokio se llamaba Edo, y era un mundo aparte de todo Japón. La religión budista y el carácter espiritual típicos de las culturas orientales tenían aquí un significado aún más profundo, y esto se reflejaba en el arte del Ukiyo-e.
Esta forma de arte alcanzó su mayor grado de popularidad durante la segunda mitad del siglo XVII, destacando Moronobu y Hokusai. En un principio, solo se utilizaba tinta india, y luego algunos impresos eran coloreados de forma manual con pinceles..
El Ukiyo-e era accesible dado que podía ser producido de forma masiva. Eran en su mayoría adquiridos por habitantes que por lo general no tenían el dinero suficiente como para comprar una pintura original. Cortesanas hermosas, robustos luchadores de sumo y actores populares eran representados realizando actividades atractivas, pero destacaban sobre todo los paisajes.
Nosotros vamos a centrarnos en Hokusai. Nació en 1760, y produjo una obra inmensa, de las que destaca La gran ola de Kanagawa. Sus grabados fueron tan famosos que pintores como Monet, Van Gogh, Degas o Toulouse-Lautrec los coleccionaban en París. La gran ola de Kanagawa es una estampa maravillosa, que reúne todas las características del ukiyo-e. Hecha en 1830, es una de las xilografías más famosas del mundo, y de ella se produjeron miles de copias, todas ellas en manos de coleccionistas en la actualidad. 


A diferencia de la pintura occidental, en este tipo de imágenes el dibujo tiene un papel protagonista. Líneas gruesas y precisas definen formas contundentes y expresivas, alejadas de una representación realista. Los colores se aplican casi siempre en planos para hacer las sombras y los degradados. La naturaleza tiene un papel protagonista, y en imágenes como la que tomamos de referencia, es en ella donde se centra toda la emoción mientras que los personajes son arquetipos repetidos de forma mecánica y sin presencia expresiva.
Nosotros hemos inventado un mundo flotante, un paisaje que igual que el agua está vivo, es movedizo y cambiante. La línea tiene un papel principal, y hemos huido de los degradados y la pintura empastada. los colores son planos y están bien definidos unos de otros. 
¡Sin duda una forma nueva de abordar nuestro papel!



Clara, 4 años


Pablo, 4 años


Fernando, 5 años


Inés, 5 años


Nieves, 5 años


Pablo, 7 años


 Blanca, 7 años


Rodrigo, 7 años


Lucía, 7 años


Rodrigo, 7 años


Ignacio, 8 años


Marta, 9 años


Alejandra, 10 años


Hugo, 10 años


Lisa, 10 años


Sandra, 11 años


Javier, 13 años

Retrato: ¿Parecido o carácter?

El buen retratista se entrena toda la vida. La capacidad de reflejar con precisión, ya no sólo los rasgos físicos de una persona, si no la expresión que se corresponde con el carácter de su personalidad, es algo que hay que cultivar durante años. Sin embargo y como siempre, es fundamental la observación. El parecido físico es una cuestión de composición, de distancias, de tamaños, de medidas, un buen ejercicio para el ojo, pero cuando intentamos captar el gesto que definirá a nuestro retratado, se convierte en una cuestión también de observación psicológica, de elección del artista. Poco a poco nos conocemos más los unos a los otros, y a nuestro nivel, empezamos a entender la diferencia entre alguien que se abre al mundo con timidez frente a alguien extrovertido, o entre el que sonríe la mayor parte de las horas del día y el que guarda las sonrisas para las grandes ocasiones...
Una de las formas de acercarnos al conocimiento del otro es mediante sus gustos y aficiones.
En esta ocasión hemos partido, en primer lugar, de intentar conseguir el parecido físico con más rigor que otras veces. Entender mejor las proporciones básicas que rigen el rostro humano. Por otro lado hemos decidido un gesto para nuestro retratado, una sonrisa, una expresión seria, concentrada... La que fuera, pero una, y por último, en algunos casos nos hemos inspirado de nuevo en aquellos retratos medievales en el que se definían tipos de personas por su profesión. 

Los resultados hablan por sí solos. ¡Vamos mejorando!


Nieves, 4 años (retrato de Lisa)



Inés, 4 años (autorretrato)


Pablo, 6 años (retrato de Hugo)


Rodrigo, 7 años (autorretrato)


Marta, 7 años (retrato de Carlota)


Santi, 9 años (retrato de Nieves)


Jaime, 9 años (retrato de Roberto)


Lisa, 10 años (retrato de Santi)


Alejandra, 10 años (retrato de Pablo)


Hugo, 10 años, (retrato de Alejandra)


Nerea, 11 años (retrato de Sandra)


Sandra, 11 años (retrato de Nerea)


Belén, 11 años (retrato de Javier)


Carlota, 11 años (retrato de Marta)


Javier, 12 años (retrato de Belén)











Ángeles Santos: Un mundo de fantasía

Ángeles Santos no fue una mujer de su tiempo. Nacida en Gerona en 1911, con apenas 18 años pintaría el cuadro "Un mundo", el famoso óleo expuesto en el MNCARS y que contemplamos con motivo de nuestra visita del mes de febrero, que hizo que intelectuales y poetas de la época de la talla de Jorge Guillén o Federico García Lorca alabaran con sus críticas el trabajo de la joven pintora e incluso se aventuraran a conocerla personalmente en su residencia de Valladolid. Sin haber tenido contacto con las premisas de la vanguardia, inmediatamente se convirtió en un claro exponente del surrealismo en España, desde una intuición casi infantil. La autora declaraba haber intentado pintar todo lo que había visto e imaginado del mundo, mezclando elementos casi cotidianos y accidentales como los campos de fútbol o las vías del tren, con su peculiar visión de los extraterrestres (sobre los que se especulaba mucho en su época) o la elección del cubo como forma de su extraño planeta, fruto quizá de la visión de las primeras imágenes cubistas que comenzaban a llegar desde el París de aquella época. 

A pesar de contraer matrimonio con un pintor, la carrera de Ángeles Santos sufrió importantes parones y nunca volvería al estilo que la encumbró, convirtiéndose con los años en una pintora convencional de interiores y retratos. Aquella época para ella supuso grandes conflictos personales, a pesar de la apertura de su familia a su vocación artística, pero no me cabe duda que de haber sido un hombre, el rumbo de su carrera hubiera sido radicalmente diferente.  



Al igual que Ángeles Santos, nosotros vamos a imaginar un mundo, que tendrá la forma que elijamos y contendrá todo aquello que queramos. Un ejercicio de imaginación en el que intentamos de paso entender como funciona nuestro propio planeta...

¡Todo vuestro!



Nieves, 4 años


Fernando, 5 años


Alex, 7 años


Blanca, 7 años


Rodrigo, 7 años


Javier, 12 años