miércoles, 17 de abril de 2013

Los orígenes del cubismo: collages de Picasso y Braque



No es la primera vez que hablamos del collage, técnica a la que recurrimos de vez en cuando por sus enormes aportes a la capacidad de sintetizar de los pequeños pintores... De nuevo en los talleres de Semana Santa hemos repetido taller para que los nuevos artistas no se quedaran atrás en este terreno..

Pero esta vez hemos viajado hasta los orígenes, hasta el por qué un grupo de pintores entendieron el mundo de posibilidades que les abría el trabajar con fragmentos en vez de con totalidades. Una forma nueva de entender el mundo exigía nuevos modos de trabajar, nuevos medios, nuevos procesos e inevitablemente nuevos resultados. La representación del mundo estaba cambiando. El pintor quieto, pintando ante una realidad inamovible, imperecedera y eterna había caído junto con los regímenes que tuvieron el sueño de reinar eternamente. Aquellos reyes absolutos habían muerto y la verdad ya no era una sola. La historia comenzó a tener más versiones que la de los ganadores. La realidad ya no era una ni se presentaba de frente al espectador. El entendimiento del mundo exigía múltiples puntos de vista, un artista que ya no quedara plantado delante de sus objetos, un narrador dinámico, que los rodeara, que investigara más allá de la cara con que estos se muestran al mundo. Todo esto es el cubismo, es la teoría de la relatividad de Einstein, y es un cambio de mentalidad que metió de lleno al hombre en la modernidad. Y esta humilde técnica es el reflejo de todo esto y aconteció a principios del siglo XX en la ciudad de París, donde las vanguardias ebullían y los pintores no cesaban de compartir nuevas ideas. Hasta allí emigró uno de nuestros pintores más ilustres, Pablo Picasso, donde conoció al francés George Braque, y de aquel feliz encuentro surgió una de las grandes revoluciones de la historia del arte, el cubismo.

El collage es romper, es seleccionar, es componer, es construir desde muchos frentes una sola imagen inevitablemente fragmentada. De los objetos más anodinos partieron estos artistas, trabajando la nueva técnica en bodegones repetitivos de los que podían salir miles de composiciones diferentes. Ahí empezamos también nosotros, en las botellas que amueblan nuestro taller, que nos acompañan cada semana como testigos mudos de nuestra evolución.

Hemos partido del uso de papeles de colores y de revistas, al igual que estos artistas usaran los periódicos de su época, y también para rescatar imágenes de objetos de nuestra vida cotidiana, en un intento de adaptar su visión del collage a nuestra realidad actual. Por otro lado hemos intentado trabajar mezclando técnicas, integrando líneas y manchas pictóricas con el pegado de papeles.

Un gran trabajo.




Borja, 7 años


Rodrigo, 7 años


Flavia, 8 años


Gonzalo, 9 años


Román, 10 años


Diego, 10 años


Carbón y sanguina: entonando nuestro entorno

Una vez más abordamos el carboncillo y la sanguina en nuestra eterna lucha por entender lo que es entonar un dibujo, es decir, darle a cada objeto su luz correspondiente, traducir en nuestro papel la imagen en color a un estado monocromo, en el que sólo distingamos la variedad tonal. Muchas veces hemos trabajado la escala de grises con el carbón o con la sanguina de forma independiente, pero esta vez hemos decidido mezclarlos, trabajar con tres colores diferentes: el negro para las sombras, la sanguina para los tonos medios y el blanco para las luces. Normalmente nuestro blanco es el del papel, pero esta vez hemos usado barra comté blanca, lo que nos ha dado más posibilidades, ya que tanto el carbón como la sanguina tienen matices diferentes sobre el blanco del papel que mezclados con la barra blanca. 

Es sorprendente la variedad en los dibujos con apenas tres colores y las diferentes maneras de aplicarlos, frotados, difuminados, por medio de trama de línea... ¡Dignos de conservar!


Nieves, 5 años


Pablo, 6 años


Marina, 7 años


Marta, 7 años


Carlos, 7 años


Borja, 7 años


Rodrigo, 7 años


Elena, 7 años


Flavia, 8 años


Gonzalo, 9 años


Jaime, 9 años


Lisa, 10 años


Alejandra, 10 años


Hugo, 10 años


Diego, 10 años


Carlota, 11 años


Esther, 13 años


Marina, 13 años



El origen del dibujo: la silueta de nuestra sombra

Este taller suele ser el principio de algo, en este caso, de los talleres de semana santa
Lo hago para niños que no se conocen entre sí y que normalmente es la primera vez que vienen a una clase de dibujo y pintura.
Empiezo narrándoles una leyenda sobre cómo se empezó a dibujar, la historia de una joven en la antigua Grecia, hija de un alfarero, que se despedía de su amado a punto de partir éste para la guerra.
Se encontraban en penumbra, en el interior de su casa, cuando, en un intento desesperado de reternerle, la muchacha cogió una tiza y dibujó la silueta de la sombra de él que se proyectaba en la pared.
Él murió en la guerra.
Después el padre reprodujo su relieve, de forma que ella pudo, de algún modo, recordar su presencia.
Después de esto, son ellos los que posan, son al mismo tiempo modelo y artista, les hablo de la sombra, del perfil, de la silueta, del acto de dibujar, del retrato, de conocer a alguien dibujándolo.
Al final lo completan despacio sobre la mesa, fijándose bien en los rasgos de su modelo y aprendiendo de paso nociones básicas sobre cómo hacer un rostro de perfil.




Nieves, 4 años (retrato de Román)


Pablo, 5 años (retrato de Nieves)


Álvaro, 7 años (retrato de Santi)


Román, 10 años (retrato de Álvaro)



Arcimboldo: la personalización de los objetos



Giuseppe Arcimboldo nació en Milán en el año 1527, pero acabaría siendo el pintor favorito de la corte de de Rodolfo II, emperador germánico, emparentado con la dinastía española de los austrias y gran mecenas de su tiempo. Arcimboldo llegó como un retratista más de la corte, pero acabaría siendo organizador de todo tipo de eventos y sobrepasando las funciones de un pintor cortesano para, por ejemplo, diseñar los disfraces de los desfiles y las fiestas palaciegas.

Y es que su originalidad le llevó a ser rescatado como influencia por los surrealistas en pleno siglo XX.

Arcimboldo es conocido por sus retratos de las cuatro estaciones o los cuatro elementos, en los que mediante la mezcla de elementos referidos al tema del cuadro, construye rostros humanos de lo más peculiares. Estos cuadros llegaron a ser tan populares, que el rey pidió al pintor que realizara varias series para enviar como presente a las cortes europeas, por lo que existen varias versiones de las cuatro estaciones. Algunos personajes de su tiempo también fueron irónicamente retratados con su ingenioso estilo, incluso el propio rey, que bajo la excusa de ser retratado como el dios Vertumno, no escapó a ver su rostro representado mediante frutas y verduras.

Arcimboldo fue un maestro de la imagen doble, que llevaría al extremo en sus retratos reversibles, que según de qué lado se miren, pasan de ser bodegones a rostros alegóricos. Sin duda sus pinturas parecen salidas de pinceles más contemporáneos como el de Dalí, quien se vio tempranamente influido por el pintor italiano. Un ejemplo claro de esta influencia lo vemos en su cuadro "Aldea paranoica".



Nosotros, para trabajar como Arcimboldo nos hicimos la siguiente pregunta: ¿Si la primavera fuera una persona, cómo sería? Y en lugar de la primavera formulábamos cualquier otra cosa. Ha habido de todo, la música, la luz, el deporte, la cocina, la música... ¡Aquí va una muestra!





Clara, 4 años


Nieves, 4 años


Rodrigo, 7 años


Blanca, 7 años


Pablo, 7 años


Ignacio, 8 años



Roberto, 9 años


Santi, 9 años


Jaime, 9 años


Lisa, 10 años


Carlota, 11 años


Manuel, 12 años


Colores vivos y apagados: la saturación

De vez en cuando es necesario estudiar nuestras herramientas desde una perspectiva más teórica. Por ello hemos hecho un ejercicio para entender un concepto fundamental del color como es la saturación, es decir, la intensidad del color. El color vivo es saturado, y cualquier color que pierde saturación acaba convirtiéndose en un tono más de la escala de grises. Al igual que para aprender a entonar tratamos de imaginar la realidad en blanco y negro, en este caso intentamos apreciar el matiz de cada objeto, de forma que al enfrentarnos al estudio del natural como pintores sepamos ver la naturaleza del color de cada objeto más allá de su intensidad. Para ello en primer lugar ponemos ejemplos de pintores que han usado colores menos saturados, más cercanos a la realidad, como Velázquez o Goya y otros de pintores de vanguardias que exageraron la intensidad del color para transmitirnos emociones mediante su uso expresivo, como pueden ser Pablo Picasso, Kirchner, Matisse y un largo etc. Este interés por el color vino dado en gran parte por el estudio en profundidad que hizo la ciencia de su naturaleza a finales del XIX.

¿Y cómo abordamos el ejercicio? Partiendo del natural. 
Colocamos dos bodegones, en primer lugar uno en el que partimos de objetos de tonos grises o terrosos  que nosotros debemos intensificar o saturar en función del matiz al que creamos que tienden. 
Una vez hecho esto, abordamos uno en el que partimos de objetos que ya de por sí tienen colores bastante intensos, y en el que nuestra misión es restarles intensidad, desaturarlos, agrisarlos.
Procedemos en este orden ya que los colores agrisados o terrosos tienen mayor dificultad, ya que son todos ellos terciarios, es decir, todos están hechos con la mezcla de los tres colores primarios, variando únicamente las proporciones de cada color. Un ejercicio de precisión y que nos ayuda a apreciar mejor los colores y a saber fabricarlos.

En las fotos tenéis los dos ejemplos: la foto de arriba es el bodegón original, y la de abajo, son manipulaciones con photoshop poniendo y quitando saturación. A continuación, nuestras interpretaciones... ¡Opinen!


Rodrigo, 7 años


Marta, 7 años


Nerea, 11 años


Belén, 11 años


Javier, 12 años